El pasado 1 de
febrero cumplió 96 años. Pero, a pesar de la edad, sigue siendo un hombre lúcido y crítico, comprometido
e íntegro, atento a la realidad. “Hago literatura protesta”. http://www.clubcultura.com/clubliteratura/clubescritores/sampedro/miradas_carta_apoyo_democracia.htm
Con algo más de 30 años tradujo la
obra de la economista Joan Robinson, Teoría
de la competencia imperfecta y, a comienzos de los años 50, traduce la famosa
obra de Paul A. Samuelson -Premio Nobel de Economía en 1970- Curso de Economía moderna.
Hoy, sus manuales económicos
siguen consultándose en las Facultades de Económicas y continúan en la
vanguardia del mundo universitario (En 2009, Economía humanista, algo más que cifras, recoge sus artículos desde
el año 1947).
Sin embargo, Octubre, octubre (1981) fue la novela (900 foleos, 19 años de
trabajo) que le convirtió en escritor conocido entre el público lector. En
2011, La sonrisa etrusca, su novela “más popular, más vendida, más conocida y traducida”, es llevada
al teatro.
SAMPEDRO,
SANTANDER Y SU INICIACIÓN LITERARIA
“Llegué a Santander en julio del
35 (es su primer destino como funcionario de Aduanas) y es aquí, en ese año,
cuando esa comezón de escritor que se había iniciado en Aranjuez y afianzado en
Madrid durante mi época de estudiante, afloró con la suficiente intensidad como
para pasar a la acción”.
Serán la “Segunda antología
poética” de Juan Ramón Jiménez y la “Antología de la poesía española
contemporánea”, de Gerardo Diego, las que le lleven a escribir sus primeros
poemas a los 18 años, impulsado por su lectura.
También funda una revista con su
amigo Felipe Gil [hermano del director de cine Rafael Gil. F. fue quien me
indicó la existencia de la
Cuesta de Moyano con sus casetas de libros de ocasión]. Se
llama “Revista de estudios islámicos”, y
editan dos números mecanografiados. “Él (Felipe) escribía sobre Oriente
Próximo, yo sobre el Sahara”.
Sin embargo, su carrera literaria
se inicia con la revista UNO -porque uno, el propio Sampedro, “era el
ilustrador, el ensayista, el poeta y el prosista que llenaba todas las
páginas”. Eso sí, cada cual con su seudónimo. Para la poesía, firmaba con dos
nombres: Adolfo Espejo y Martín Adarga.
El seudónimo Adolfo Espejo formará
parte de su primera novela: “La estatua de Adolfo Espejo”. La empieza a
escribir en Huete (Cuenca) al finalizar la Guerra Civil y la termina en
Melilla en 1940, con 23 años. Pero por vicisitudes de la vida, no será
publicada hasta 1994, sesenta y cuatro años después. “En la portada aparezco
retratado en el muelle de Santander en el año 1935” .
La sombra de los días
Su segunda novela, La sombra de los días, escrita en 1947,
a pesar de conseguir un accésit, tampoco será publicada hasta 1994.
“Escribí esta historia impulsado
por el impacto que me produjo la muerte en la sierra de Espadán (en el frente
de Levante), durante la Guerra Civil , de uno de los amigos de Santander (Germán
Sanginés), un chaval excepcional…En la novela traté de contar mi
deslumbramiento ante su vitalidad, su aplomo y su energía”.
En ella, hay bastantes páginas de
Santander. “Uno de los personajes reside en Santander y, a través de él, metí
muchos de mis recuerdos y vivencias santanderinas”.
El Santander
de Sampedro
“(Hacia 1935) Por una peseta, las
pescadoras del mercadillo de detrás de Correos te daban un cucurucho grande de
percebes que completaba en la cafetería de enfrente, el café Áncora, con una
gran cerveza por treinta céntimos”.
Con un sueldo de 250 pesetas
mensuales, pronto aumentado a 366, podía pagarse una pensión de lujo que
costaba 7 pesetas diarias (210 mensuales). Y además, recibir clases de piano y
tomarse unos aperitivos.
“El Santander de aquel tiempo no
se parecía al de hoy. Cuando se asoma uno a estos miradores, lo que ve
enfrente, Somo y Pedreña, vamos, es que ni de lejos. Todas esas edificaciones
no existían. Recuerdo que cruzábamos Felipe Gil y yo en lancha hasta Pedreña y
allí nos echábamos a andar entre prados y maizales; acabábamos en una iglesita
pequeña…Esa iglesita era la divisoria que separa la bahía del curso final del
río Cubas, que sale por el otro lado…Al llegar Felipe y yo a la iglesita, se le
daba la vuelta y ¡pumba!, se encontraba uno frente al río Cubas, que parecía un
lago al que nosotros llamábamos el Peribonka” [como el de una novela de la
época, Maria Chapdelaine, de L.
Hémon, escrita en 1913 y con una primera versión cinematográfica en 1934, con
Jean Gabin].
Don
Estanislao de Abarca
En 1936, ya iniciada la guerra
civil, conoce en un banco del Paseo de Reina Victoria a don Estanislao de
Abarca, “un señor de unos cincuenta años…un patricio y un burgués en el mejor
sentido del término”. (Fue padrino en su boda).
En su casa del número 27 del Paseo
de Pereda, oirá en gramola a Chopin y a Beethoven y asistirá a sus primeras
tertulias.
Al terminar la guerra, y ya
Sampedro en Madrid, le facilitará una carta de presentación para José Mª de
Cossío que, por aquel entonces, además de crítico literario, dirigía una
tertulia en un café de la capital. “Se leyó mis cuentos y me animó mucho a
seguir escribiendo”.
Algunos de ellos fueron publicados "por la inolvidable revista santanderina Proel"; por ejemplo, en los números 7 y 8 (1944), apareció el titulado Ártico, y en el número 13 (1945), el relato La felicidad.
Algunos de ellos fueron publicados "por la inolvidable revista santanderina Proel"; por ejemplo, en los números 7 y 8 (1944), apareció el titulado Ártico, y en el número 13 (1945), el relato La felicidad.
MIS
ENCUENTROS CON SAMPEDRO
Nunca he hablado personalmente con
él, pero he coincidido o me he cruzado con Sampedro en varias ocasiones. No
recuerdo si este ha sido el orden: cuando la filmoteca estaba en plaza de
España [en Madrid], nos cruzamos a la salida de una de las sesiones de cine. No
sabía entonces que su cumpleaños era el 1 de febrero y me dio rabia leerlo al
día siguiente. Estaba segura de que me habría atrevido a felicitarle.
Otra ocasión fue en la biblioteca
municipal cercana al metro de Iglesia, donde entonces vivía. Tenía reciente o,
al menos, tenía mis notas sobre la novela Octubre,
octubre, que me había fascinado, y le hice una pregunta, no recuerdo cuál
¿Sobre los sufistas y su influencia en su obra…?
Otra vez le vi corriendo ágilmente
entre los coches, con su gabardina flotando al viento, hacia la sede o la sala
de conferencias del Círculo de Lectores.
Finalmente, una vez que iba comiendo
por la calle un sándwich envuelto en papel albal, me crucé con él paseando -creo
que por la zona del canal de Isabel II. Pensé algo así como: ¡Vaya! ¡Qué
situación más poco glamourosa!
La última, fue en el curso de la
UIMP cuyo resultado fue el libro Escribir
es vivir. Le pasé a Olga Lucas un relato, Mi padre también fue un niño de la guerra, que quería compartir con
él.
Mis notas
amarillentas
“Un hombre que escucha mucho y
bien. Sabe ponerse en el lugar de otro y recrear de modo convincente lenguaje y
actitudes. Cultura enciclopédica. Interesado por lo oriental. Profundamente
humano. Sincero. Naturalidad del sexo. ¿Es triste la vejez? ¿Cuánto hay de
documentación y cuánto de poso, de sabiduría de años? ¿Crees en la existencia
de otro mundo? ¿Piensas a menudo en la muerte? ¿Tienes un tipo de mujer? ¿Cómo
educarías a un niño?...”.
SACADO DE
AQUÍ Y DE ALLÁ
* Le gustan los
chistes, los juegos de palabras y las comedias cinematográficas de los años 30.
Es fan de los crucigramas de Fortuny.
* El siglo XVIII es su época
favorita.
*Es un gourmet de las patatas en
todas sus variedades, con una debilidad especial por las fritas o en tortilla
española.
* Lo que de verdad sabe hacer bien
es silbar.
* Una obra literaria que valore: Guerra y paz.
* Una película: Intolerancia, de Griffith.
* Sus 3 grandes admiraciones como
cuentistas: Maupasssant, Chéjov y Katherine Mansfield.
*Sus maestros en la literatura:
los poetas de la Antología de Gerardo
Diego; Vida de don Quijote y Sancho y
Andanzas y visiones españolas, de Unamuno;
Azorín y Baroja; los Ensayos de
Montaigne; La decadencia de Occidente,
de Spengler; las novelistas inglesas, desde Jane Austen y las Brönte hasta
Virginia Woolf; autores rusos como Turguéniev e Iván Bunin; Selma Lagerlof y su
Gösta Berling, y de D.H. Lawrence, El hombre que murió y El
hombre que amaba las islas.
* El gran logro del siglo XX: La
mejora de la situación de la mujer.
* Reforma que cree más necesaria:
La del sistema social.
* Lo que más detesta: El
consumismo.
* Su deporte favorito: Charlar.
* Ocupación que prefiere en sus
ratos libres: Callejear.
* Rasgo principal de su carácter:
La independencia.
* Cualidad que prefiere en el
hombre: La dignidad. En la mujer: la dignidad.
* Un deseo: Le gustaría que sus
cenizas fueran depositadas en el río Tajo y en el Sena a la altura del Pont des
Arts de París.
* Galardones que prefiere: el de
Ganchero Mayor de Peralejo de las Truchas, en el Señorío de Molina, y el de
Amotinado Mayor de Aranjuez.
* Una curiosidad: Colecciona
búhos.
* Su epitafio: “Que ustedes lo
pasen bien”.
P.S. Tras su muerte (8 abril 2013), coincidiendo con su centenario, el día 1 de febrero de 2017, al hilo de sus recuerdos sobre la Guerra Civil ("Yo era un muchacho de 19 años, movilizado como soldado republicano en el batallón 109 de la 14 brigada del ejército del norte..."):
P.S. Tras su muerte (8 abril 2013), coincidiendo con su centenario, el día 1 de febrero de 2017, al hilo de sus recuerdos sobre la Guerra Civil ("Yo era un muchacho de 19 años, movilizado como soldado republicano en el batallón 109 de la 14 brigada del ejército del norte..."):
Mi tío Serapio Herreros, un hermano
de mi padre, también estuvo en el batallón 109, pero no sé si en la 14 brigada.
Según he encontrado más
tarde, por documentos del Centro de la Memoria Histórica (antiguo Archivo de
Salamanca), mi tío pertenecía a la tercera (3ª) compañía; era sargento en la revista que les pasaron el 1 de diciembre de
1936, en Bercedo. Y afiliado a Izquierda Republicana (IR) según una relación de
mandos datada en San Miguel de Luena el 9 de marzo de 1937.
El 2 de marzo del mismo año,
su nombre y firma aparecen en el boletín de suscripción a la revista Recta, editada por la Federación
Socialista Montañesa.
El 20 de diciembre de 1936
escribió en El Impulsor [un periódico
de Torrelavega], una crónica “Desde el frente”, titulada “Visionario de
guerra”. Nacido el 14 de noviembre de 1914, tenía entonces 22 años.
“No quiero meterme a
cronista” -comenzaba. “Quiero tan solo dejar plasmado en letras de molde el
papel importante que ha hecho y hace el Batallón 109”. Y continuaba: “Está
formado este Batallón por voluntarios que dejaron sus hogares para luchar
contra el fascismo el 29 de Septiembre [de 1936]…Manda esta unidad el Teniente
de la plantilla de Santoña, Don Bernardo Secedón Marror”. Cita a continuación otros
mandos: el Capitán Alejandro Carazo y el Teniente Enrique García, el Vasco,
“milicianos ambos”. Los oficiales
Santas, Costilla y Simal, y los capitanes de milicias Manuel Martín y
Jesús San Emeterio (capitán de la tercera compañía, “herido en la última
operación”).
Siguen reflexiones (“En la
guerra se aprende a ver la vida tal cual es, con todos sus defectos, despojada
en absoluto de afeites y falsos disfraces con los que se la quiere disfrazar…”)
y, a continuación, un relato de una noche en un pueblo, situado en la línea de
fuego, habitado por gente misérrima que pierde lo poco que tiene:
“Es una noche oscura. El
pueblo, además de los soldados, se halla habitado por esas familias paupérrimas
cuyos únicos bienes se componen de una destartalada vivienda, unos deshechos
aperos de labranza, y unos pocos acres de tierra semejando pañuelos tendidos al
sol, en medio de áreas y más áreas de campo incultivado y yermo.
El caserío, debido a la
proximidad de las líneas de fuego, es castigado por el continuo fuego de cañón.
Caen obuses por doquier. Aquí derrumban un tejado. Más allá cruje el maderamen
y chocan las piezas de una choza que se derruye. En medio de los estampidos,
secundado por el sonido de los disparos, alguien corre la voz de que, por
efecto de los cañonazos, se están quemando unas casas. Se va al sitio indicado,
donde entre humareda y lenguas de fuego que comienzan a lamer los puntos
débiles, se deslizan las sombras de sus moradores, llenos de terror, medio
desnudos, viendo caer en medio de chispas y llamas el fruto de su trabajo y de
su ahorro. Corre por sus rostros atezados por el sol y el aire de estos campos,
lágrimas de desesperación, mientras sus cuerpos despojados de vestimenta,
cubiertos tan solo de los humildes harapos robados a la destrucción, tiemblan y
se conmueven al ver derrumbarse sus fallidas esperanzas de una pacífica vejez.
Está alboreando el día.
Pasan por la semipenumbra de la carretera esas mismas gentes de la noche. Van
arreando con voz trémula sus raquíticas bestias. Detrás, las mujeres y chiquillos
cargados con bultos, semejan esas caravanas emigrantes que abandonan su
terruño, su vivir, para buscar en otras tierras menos inhóspitas por la guerra,
un poco de paz y tranquilidad.
Esto es la guerra. No
solamente sufren sus consecuencias los que en ella toman parte. Hay otros que,
aunque estén apartados, no son los menos castigados por sus crueldades…Así
abandonan este pueblo. Con el pensamiento en lo que dejan y el incierto futuro
a donde van. Son los parias de la guerra. Unas veces estarán aquí, otras allá;
siempre cambiando de un sitio a otro…en medio de la amalgama de pueblos y
ciudades conmovidas todas por este triste e irrazonado movimiento”.
El relato me recuerda algunos de JLS donde evoca "la guerra en España"...
SABER MÁS
SABER MÁS
http://www.publico.es/opinion/necesidad-reivindicar-sampedro.html.
JLS por una colega.
Centenario JLS.
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