viernes, 12 de noviembre de 2021

PRIMO LEVI. Si esto es un hombre. Un libro que debería leerse en todos los institutos

                                              Un libro que debería leerse en todos los institutos

“Los que vivís seguros…/Considerad si es un hombre/quien trabaja en el fango…/Quien lucha por la mitad de un panecillo/ Quien muere por un sí o por un no…/Pensad que esto ha sucedido…”- este es el poema que abre el relato de Primo Levi, “ciudadano italiano de raza judía”, capturado con 24 años, el 13 de diciembre de 1943 por la milicia fascista y trasladado a Auschwitz en tren: “…uno de los famosos trenes de guerra alemanes, los que no vuelven…”. Ya en la estación de Carpi, “recibimos los primeros golpes…Solo un estupor profundo: ¿cómo es posible golpear sin cólera  a un hombre?”…

Si esto es un hombre, publicado en 1947, se considera el libro fundacional de la literatura concentracionaria.

“Tuve la suerte de no ser deportado a Auschwitz hasta 1944 [en febrero]”- dice en el prólogo. Eso le salvó, porque la guerra terminó solo unos meses después [en Europa, el 9 de mayo de 1945. Y meses antes, lo eligen para trabajar en el laboratorio: “…significa [en invierno] grandes posibilidades de no enfermar de gravedad, de salvarse de la congelación, de superar las selecciones…”]. “No lo he escrito con intención de formular nuevos cargos; sino más bien de proporcionar documentación para un estudio sereno de algunos aspectos del alma humana”.

El libro “nació en los días del Lager [campo de concentración; “la casa de los muertos o campo de exterminio” -lo llama en una ocasión]…Lo escribí…en primer lugar…, como una liberación interior. De ahí su carácter fragmentario…, por su orden de urgencia…”.

De los 650 judíos italianos (“piezas”- los llamaban) de su “remesa”, fue uno de los 20 afortunados que sobrevivió al exterminio. “Entre las 45 personas de mi vagón tan solo 4 han vuelto a ver su hogar; y fue con mucho el vagón más afortunado… Hoy sabemos que en los campos de Buna-Monowitz y Birkenau no entraron, de nuestro convoy, más que 97 hombres y 29 mujeres y que, de todos los demás, que eran más de 500, ninguno estaba vivo dos días más tarde [de la selección “rápida y sumaria” a la entrada al campo]…Solo 29 hemos sobrevivido hasta octubre [de 1944] y, de estos, 8 se han ido con la selección (selekcja, para eliminarlos). Ahora somos 21 y apenas si ha empezado el invierno…”.

El libro se lee sin poder dejarlo, hipnotizada por el horror y el sinsentido de una crueldad que ni los animales salvajes tienen.

“…Me he enterado de que soy un Häftling [prisionero]. Me llamo 174.517…; llevaremos mientras vivamos esta lacra tatuada en el brazo izquierdo”. (A los veteranos en el campo, el número se lo dice todo: la época de ingreso en él, el convoy -ciento setenta y cuatro mil, el de los italianos- de que formaban parte y, por consiguiente, la nacionalidad…Los ciento setenta y cuatro mil son los judíos italianos, llegados hace dos meses, todos abogados, médicos…).

“¡No estáis ya en vuestra casa…De aquí solo se sale por la Chimenea!…(¿qué quería decir…?, lo aprenderíamos más tarde).

Hemos aprendido… a responder Jawohl [Sí, señor], a no hacer preguntas, a fingir siempre que hemos entendido”… “Nuestra sabiduría consistía en no tratar de entender, ni imaginarse el futuro, no atormentarse por cómo y cuándo acabaría todo…”.

“Las prohibiciones son innumerables (apoyarse en las literas está prohibido)…Infinitos e insensatos los ritos que hay que cumplir…Cuando las uñas está largas hay que cortárselas, lo que no se puede hacer sino con los dientes (para las uñas de los pies es suficiente el roce de los zapatos)”…

“La muerte empieza por los zapatos [de tela con suela de madera]…ocasionan dolorosas heridas las cuales fatalmente se infectan…”.

“Todos los días se parecen…Todos son aquí enemigos o rivales…”.

“El Lager no provee de cuchara a los recién llegados…, aunque el potaje semilíquido no pueda ser consumido de otra manera…” (se produce un tráfico de cucharas que se intercambia por raciones de pan).

“Aquí lavar la camisa quiere decir encontrar el jabón, encontrar tiempo, encontrar sitio en el lavadero lleno de gente; vigilar… la camisa mojada…, y ponérsela…, todavía mojada, a la hora de silencio, en la que se apagan las luces”.

“Nuestro olor…, el olor a Häftling, suave y dulzón… el olor de las coles y de los nabos crudos, cocidos y digeridos”. “Arrancábamos del suelo cien veces pisoteado las achicorias y las escasas camomilas, y las masticábamos en silencio”.

“De octubre a abril [con la llegada del invierno y la nieve], de cada diez de nosotros morirán siete. Quien no se  muera sufrirá minuto por minuto, día por día, durante todos los días…A todos se nos abrirán heridas en las manos, y para conseguir una venda habrá que esperar toda la tarde durante horas, de pie en la nieve y al viento…Trabajar todo el día al viento, bajo cero, no llevando encima más que la camisa, los calzoncillos, la chaqueta y unos calzones de tela…”.

La lección del sargento Steinlauf (del ejército austro-húngaro, cruz de hierro en la Guerra del 14): sobrevivir para dar testimonio

Cuando Primo se cuestiona por qué y para qué lavarse en aquel campo de exterminio, unas palabras de otro prisionero, le dan “una lección en toda regla”: “…precisamente porque el Lager es una máquina para convertirnos en animales, nosotros no debemos convertirnos en animales…”.

“¿Está bien  que de esta excepcional condición humana quede cualquier clase de recuerdo?”

Es otra de las innumerables preguntas que se hace Primo Levi. La respuesta es sí. “Estoy persuadido de que  ninguna experiencia humana carece de sentido, ni es indigna de análisis…el Lager ha sido…una gigantesca experiencia biológica y social…para establecer qué es esencial y qué es accesorio en el comportamiento del animal-hombre frente a la lucha por la vida”.

Los hundidos y los salvados

Él categoriza en estos dos grupos a los prisioneros del campo, según su comportamiento. “Sucumbir es lo más sencillo: basta con cumplir órdenes que se reciben, no comer más que la ración, atenerse a la disciplina del trabajo y del campo…Si pudiese encerrar a todo el mal de nuestro tiempo en una imagen… [sería la de] un hombre demacrado, con la cabeza inclinada y las espaldas encorvadas, en cuya cara y en cuyos ojos no se puede leer ni una huella de pensamiento”.

Entre los salvados, los que tienen alguna utilidad para el campo; “además de individuos particularmente crueles, vigorosos e inhumanos, instalados… en los cargos de Kapo, de Blockältester u otros”. Sumados a los que “gracias a su astucia y energía” consiguen “organizarse con éxito”. Convertirse en un Prominent es garantía de supervivencia; ahí entran desde los cocineros hasta los barrenderos de las barracas e incluso los encargados de letrinas  (Scheissminister o ministro de mierda) y duchas.

“…sé…que me salvaré si me convierto en Especialista, y me convertiré en Especialista si supero un examen de química [en alemán]”. “En alemán sé decir: “comer, trabajar, robar, morir; también sé decir ácido sulfúrico, presión atmosférica y generador de ondas cortas…”.

“Desde que estoy en el campo he tenido que asistir a 13 ahorcamientos públicos…”.

Sueños colectivos: Estar en casa y comer. El dolor del recuerdo

“Estar en nuestra casa, en un maravilloso baño caliente. Estar en nuestra casa sentados a la mesa…”.

“Le conté que había soñado que estaba en mi casa, en la casa donde había nacido, sentado con mi familia, con las piernas bajo la mesa, y encima, mucha, muchísima comida. Y estábamos en verano, en Italia…”.

… “pensar en mis montañas, que se aparecían en el color oscuro de la tarde cuando volvíamos en tren de Milán a Turín”…

“El año pasado a esta hora [antes del 13 de diciembre de 1943] yo era un hombre libre: fuera de la ley, pero libre; tenía un nombre y una familia, tenía una mente ávida e inquieta y un cuerpo ágil y sano “…

También hay recuerdos para las madres: “¡Cuánto se parecen todas las madres. También su madre [la de Jean, el Pikolo, pinche, de su Kommando Químico] le reprochaba que no supiese nunca cuánto dinero llevaba en el bolsillo; también su madre se habría asombrado si hubiese sabido que se las arreglaba, que día tras día se las arreglaba…”.

Y, antes de partir, en el convoy de la muerte: “…las madres velaron para preparar con amoroso cuidado la comida para el viaje, y lavaron a los niños, e hicieron el equipaje, y al amanecer las alambradas espinosas estaban llenas de ropa interior infantil puesta a secar; y no se olvidaron de los pañales, los juguetes, las almohadas, ni de ninguna d  las cien pequeñas cosas que conocen tan bien y de las que los niños tienen siempre necesidad”…

Retratos e historias

A lo largo del relato, Levi deja unos cuantos retratos de distintos personajes a los que encontró en el campo de concentración (el ingeniero Alfred L, Elías Lindzin, Henri…): el más importante, Lorenzo, un obrero civil italiano: “…es a Lorenzo a quien debo el estar hoy vivo…por haberme recordado constantemente con su presencia, con su manera tan llana y fácil de ser bueno, que todavía había un mundo justo fuera del nuestro…Gracias a Lorenzo no me olvidé yo mismo de que era un hombre”.

Alberto es mi mejor amigo…, mi inseparable…”.

El final

“El 11 de enero de 1945 enfermé de escarlatina y fui de nuevo hospitalizado en el Ka-Be [la enfermería]…Tenía mucha fiebre…Sabía que tenía derecho a 40 días de aislamiento y, en consecuencia, de reposo…”.

Sobre el autor

Nacido en Turín en 1919, se graduó en Química en 1941. Tras la guerra, trabajó como químico industrial en la factoría química SIVA (una fábrica de pintura), en Turín, hasta 1977, en que lo deja para dedicarse solo a la escritura. Fallece en 1987, a los 68 años, y está enterrado en el cementerio monumental de Turín.

SABER MÁS

https://www.lavanguardia.com/historiayvida/historia-contemporanea/20190731/47309564278/primo-levi-regreso-auschwitz.html . Primo Levi y su regreso de Auschwitz.

https://www.revistasculturales.com/articulos/91/letras-libres/407/1/regreso-a-auschwitz-entrevista-inedita-a-primo-levi.html. Regreso a Auschwitz. Entrevista (inédita) a Primo Levi en 1982, por Marco Belpoliti (transcripción en 1998).

Primo Levi regresó a Auschwitz -donde estuvo internado de febrero de 1944 hasta la liberación del campo en enero de 1945-, dos veces en su vida: en 1965 y en 1982. En la segunda ocasión, lo hizo acompañado por un grupo de estudiantes y profesores de instituto, representantes de la comunidad judía y cargos electos de la provincia de Florencia, organizadora de la visita. También viajó con él un equipo de la RAI, dirigido por Emanuele Ascarelli y Daniel Toaff.

El texto de la entrevista, realizada ante las cámaras en junio de 1982, había permanecido inédito hasta su transcripción por Marco Belpoliti y su edición en 1998 en un volumen colectivo a cargo de Francesco Monicelli y Carlo Saletti.

“Yo soy un hombre que habla y escucha; el lenguaje de los otros me afecta mucho, y suelo o procuro utilizar correctamente mi lengua de italiano”…

“El químico es entrenado para identificar las substancias a través de su olor…”.

“Las cosas pueden volver a suceder…. Todo reaparece bajo nuevas formas, pero nada muere por completo”.

…”Me presenté como químico, sin saber que sería enviado a una fábrica de productos químicos; y mucho después, aquello me valió un pequeño beneficio, porque durante los dos últimos meses trabajé en un laboratorio”.

“El que se adapta a todo es el que sobrevive…”.

https://www.youtube.com/watch?v=WrqeBvruwAQ. Rosamunde Polka. https://www.youtube.com/watch?v=bhMNJySog7A . Con subtítulos. Es una de las marchas que toca la banda cuando los prisioneros vuelven al campo del trabajo. Han de ir marcando el paso.



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