Ha sido un descubrimiento (y un deslumbramiento): nunca había leído nada de Benjamín Labatut, ni sabía quién era (y eso que la primera edición es de 2020…). Pero me llamó la atención la portada y lo que leí en la contraportada. Y yo, que soy tan de letras…, me fascinó…
Hay un esfuerzo intenso de
investigación y documentación, y de relación entre los hechos, además de un
esfuerzo divulgativo para los que no somos del
ramo.
Brujuleando por
internet, veo que incluso existe un concurso científico-literario (de la
universidad de La Rioja) que, en 2021, se planteó sobre este libro, Un verdor terrible…
En el primer relato, Azul de Prusia, “solo hay un párrafo
ficticio” -explica el autor al final del libro. En los otros, se ha tomado
mayores libertades, pero siempre “tratando de permanecer fiel a las ideas
científicas expuestas en cada uno de ellos”. Presenta una lista de autores, no
exhaustiva, para sus referencias históricas y biográficas. El único que conozco
es a W. G. Sebald (Los anillos de Saturno):
tengo que ponerme al día…
“Lo que une
a todos los textos del libro es una obsesión con los límites de la ciencia, con
esas ideas que parecen romper los moldes y mostrar el lado más extraño del
mundo. Por eso escribo sobre la singularidad de los agujeros negros,
sobre la mecánica cuántica, sobre los paisajes abstractos que llevaron a
ciertos matemáticos hacia los terrenos de la locura, o sobre la trenza
envenenada que une el azul de Prusia y el cianuro, una trenza que comienza en
el momento en que la alquimia se empieza a separar de la química, y que culmina
en las cámaras de gas del Holocausto…”- explica en una entrevista para la
revista Mercurio.
En el ensayo La
piedra de la locura, publicado en 2021, amplía: “[En Un verdor terrible] trenzo algunos de los hilos que forman la red
de asociaciones, ideas y descubrimientos que dieron origen a la química, física
y matemáticas modernas, porque estas disciplinas – junto con el súbito
estallido de las tecnologías de la comunicación, la biología y la computación-
se encuentran en la base de nuestra cosmovisión actual”.
Su manera de escribir: “Si a la ciencia le interesa la
velocidad de la luz, a la literatura la anima la velocidad de la sombra”
“Soy muy concienzudo:
leo todo lo que puedo conseguir —papers y artículos académicos,
vídeos de YouTube, biografías, memorias de conferencias ignotas, blogs, libros—
y luego selecciono aquello que posee una cierta radiactividad, aquello que brilla cuando se ilumina con el ojo
demoniaco de la ficción”.
“Escribo
por fascinación. Tengo una obsesión fáustica por el conocimiento y un cierto
anhelo de lo absoluto”.
“De niño,
tenía la ambición de saberlo todo. Descubrir que eso era imposible fue un
verdadero golpe para mí”.
Sus
palabras
“La emoción
y la curiosidad perduran, porque el libro está centrado en varios misterios,
cosas que nadie comprende, al menos no del todo”…
“Por
eso admiro tanto a los científicos (y me aburre tanto buena parte de la
literatura): porque están atrapados en un baile, en una pelea a muerte con la
realidad. A mí me interesa todo aquello para lo cual las explicaciones actuales
no bastan”.
“Yo no veo ninguna grieta entre la ciencia y
el arte. Hay incontables autores y autoras que se han inspirado en la ciencia —Poe, Herzog, Lovecraft, Ursula K. Le Guin, Ballard— e incluso un
par, como Nabokov,
que la cultivaron”.
“Creo que
ciencia y literatura son dos derivaciones, dos saberes hermanos que provienen
de la misma fuente: la magia. Al separarse, la ciencia ganó su fuerza, pero
perdió el sentido, mientras que la literatura se volvió inútil, prácticamente
insignificante, pero mantuvo su conexión con dos cosas sin las cuales no
podríamos sobrevivir: la sombra y lo irracional”.
“Mi
maestro, el poeta chileno Samir
Nazal [1930-2008, Pastizales del espejismo (2019)], el hombre que me
enseñó a escribir, murió sin publicar una sola palabra, y con eso me mostró el
corazón secreto de la literatura”.
“La
literatura es una de las mejores herramientas para abordar el abismo que
tenemos al interior de la cabeza. A mí me interesan los errores de dios, los
monstruos de la razón, pero sobre todo me interesa el conocimiento encarnado,
las ideas que se vuelven carne”.
“Si hay un
lugar del mundo donde descansa el espíritu, es en los libros”.
Sobre el autor
En 2009 ¿? publica su
primera obra, un libro de cuentos, titulado La
Antártica empieza aquí (en México, donde es editado, gana el premio Caza de
Letras 2009).
En 2016 sale Después de la luz, inspirado en una crisis personal en la que experimentó una extraña
desconexión con la realidad. “Un libro que no sé si volvería a publicar,
especialmente ahora que soy conocido... Pero que, para
bien y para mal, me convirtió en el escritor y en la persona que soy ahora. Ese
libro y esa experiencia cambiaron la forma en que leo, escribo y percibo el
mundo”.
SABER
MÁS
https://www.youtube.com/watch?v=Gx6L_49wCxI. Presentación de Un verdor terrible.
«Extraño e intimidante», lo resume Ignacio Echevarría en su presentación.
https://www.anagrama-ed.es/noticias/empieza-a-leer/empieza-a-leer-un-verdor-terrible-de-benjamin-labatut-434. Empieza a leer Un verdor, cinco cuentos sobre científicos, publicado en
abril de 2020 por Anagrama (8ª edición en septiembre de 2021).
https://elpais.com/cultura/2021-10-10/el-chileno-benjamin-labatut-nuevo-fenomeno-editorial-de-america-latina.html. El
chileno Benjamin Labatut, nuevo fenómeno editorial de América Latina. Nominado
a los premios anglosajones más importantes, recomendado por el expresidente
Obama, sus cuentos y ensayos exploran el momento en el que la razón y la locura
se encuentran en un mismo lugar. Ha sido traducido a 22 idiomas y su versión en inglés, ha sido finalista en la
categoría de mejor libro traducido del premio Man Booker y el National Book
Award, los premios más importantes de la literatura anglosajona.
https://www.revistamercurio.es/2021/05/26/benjamin-labatut/. Entrevista.
“No olvido
que la literatura es cruel, que no le importa a casi nadie, y que la mayor
parte de los escritores y escritoras se queman las pestañas por nada, y no
reciben ningún reconocimiento, por buenos o malos que sean. Tampoco puedo
olvidar que la fama es corta, la memoria también, y que la literatura no
perdona: lo que hoy se aplaude, mañana se condena”, confiesa a la revista Mercurio.
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