“…Podría haberse titulado Celia en Madrid y Celia viajera…” -escribe Nuria Capdevila en la introducción.
En este libro, nos enteramos
de que el papá de Celia se llama Pablo, de que ya no tienen la casa de Serrano,
de que va a cumplir diez años a finales
de diciembre, de que le gusta viajar en tren (“Es como el cine, porque se pasa
deprisa deprisa, por todas partes…”).
La
vida anterior a 1936
“El Madrid en el que transcurre
la primera parte de Celia en el mundo
es la ciudad de las modernas, con sus cafés, museos, teatros, cines y
tertulias”.
“La … rutina de Celia es la
del tío [Rodrigo]: salir al Retiro y a
tomar el aperitivo por la mañanas, ir al café o al paseo por las tardes”.
“Ya no está Celia en el
colegio” -se inicia el prólogo de Elena Fortún, a la cuarta novela de la serie.
“Su tío Rodrigo se la ha llevado a Madrid, a su casona triste y un poco
desolada [“grandota y destartalada”-dirá Celia] de la calle Serrano… La casa
triste, los amigos de su tío, los paseos, las visitas, la peña del café, la
playa del veraneo serán lugares de sus aventuras”…
Y así lo narra Celia...
“Bajamos el tío y yo a la
Castellana por la acera del sol…En lugar de ir por el paseo, que es de tierra…,
nos metemos en la acera entre los demás…Son los mismos de Garibay, del cine del
Callao, del Retiro y de [la iglesia de] las Calatravas”.
“Después de almorzar, el tío
lee el periódico... -¿Nos vamos al café?… El café está en el centro de Madrid.
Dentro hay un ruido horroroso...- Son las cuatro. ¿Nos vamos?..”.
“Algunos días el tío decide
que vayamos de visitas…”.
“Casi todas las mañanas
vamos el tío y yo a una plazoleta del Retiro a buscar un banco de madera a la
sombra de un árbol”.
“La
serie de Celia es una gran novela de España”
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