lunes, 28 de noviembre de 2022

UNA MUJER EN LA GUERRA DE ESPAÑA

 

“…Y concebí  la idea de guardar, en unas notas, lo que había visto desde el 17 de julio a las cinco de la tarde. Creí que podrían, después, interesar a alguien…”- narra Carlota O´Neill en las primeras páginas de sus memorias. Esto era un 19 de julio de 1936, mientras, con su marido detenido (el capitán Virgilio Leret, destinado por tres meses  a las Fuerzas Aéreas del Norte de Marruecos, en la zona de Melilla), espera en la draga en que iban a vivir, “felices”, el verano del 36…

En una nota a los lectores - escrita en México, en 1962-, cuenta que ha escrito este libro más de dos veces. “Lo tuve escondido, allá en España, bajo tierra, envuelto en un hule; también estuvo dentro de un horno apagado…”. Fue a parar al fuego  “cuando la Falange empujaba la puerta de nuestra casa”. Lo escribió de nuevo y tuvo que deshacerlo, tomando notas para  poder seguirlo más tarde, “un jeroglífico solo entendido por mí”, bajo el nombre “Notas para una novela policiaca y de aventuras”…En Venezuela, volvió a escribirlo el año de su llegada allí, 1951. Pero no le gustó el estilo, y volvió a rehacerlo. Esta es la última y definitiva versión.

De la Comandancia Militar a la cárcel: tres colchonetas de esparto, “un agujero en el suelo, el retrete,  y una fuentecilla sin recipiente, el lavabo”. El rancho, “agua amarilla donde flota algo”… Carlota O´Neill va narrando la vida en prisión (Victoria Grande, en Melilla) durante cinco años, la vida de algunas mujeres (“que me dejaron relieve en la memoria”), que entran y salen, o no; el relato es vivo y ameno, te atrapa.

Cuando se llevan a sus hijas a la península, a principios de 1939, y ella solo quiere morir, María López, “una buena compañera”, le dice que tiene que vivir:… “tienes el deber de escribir algún día lo que has visto para que el mundo conozca nuestros sufrimientos; estos sufrimientos de gentes oscuras como nosotras que pasarán sin que nadie se haya enterado…(“Por eso escribo este libro…”)”.

“Un día me di cuenta del paisaje que me rodeaba. El cielo, las nubes, el volar de los pájaros. Y sentí deseos de escribir…comencé a tejer unos poemitas… [Será la Romanza de las rejas; en realidad, pequeñas prosas poéticas. “¿Qué podía escribir metida allí, con censura en la cárcel y fuera de la cárcel…?”].



 

 

1 comentario:

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