“Este libro es la historia
de cómo me convertí en paciente…”- cuenta el neurocirujano británico Henry
Marsh (Oxford, 1950). “Me había ofrecido como voluntario para un estudio de
escáneres cerebrales en gente sana. Tenía curiosidad para ver mi propio
cerebro…”. “Seguía pensando como un médico: que las enfermedades solo les
sobrevienen a los pacientes…- continúa. Veinte meses después del escáner
cerebral le diagnostican cáncer de próstata avanzado, en 2021. “Había tenido
síntomas prostáticos intermitentes durante casi veinticinco años… Como me
avergonzaban un poco, no busqué ayuda profesional”…
Jubilado desde 2015, con 65
años, lleva desde los 12 un diario, “actividad que se ha convertido en una
compulsión tanto como en un deber”. En el ático de su casa de Londres, durante
el confinamiento, encuentra cajas con
los diarios que había escrito durante más de cincuenta años… “Cuando, de tanto
en tanto, me siento a leer algunos fragmentos, me sorprende a partes iguales lo
mucho que he olvidado de mi pasado y lo aburrido que resulta buena parte de lo que he escrito”.
Algunos
pensamientos y reflexiones…
“Los recuerdos que tenemos
de nuestro pasado… son… una creación interesada…, un diario pude
proporcionarnos algún grado de objetividad”.
“La distinción clásica entre
razón y emoción es errónea: actúan en conjunto, no en conflicto”.
“La verdadera felicidad
consiste en hacer felices a los demás”.
“Envejecer requiere… una
mentalidad diferente de cuando eres joven: como las cosas solo pueden empeorar,
nos conviene aprovechar al máximo el presente”…
“He tenido una vida plena y
afortunada, tengo una familia cariñosa, jamás redacté una lista de cosas que
debería hacer antes de morir y no quiero recorrer el mundo, aunque echo de
menos Nepal y Ucrania, y a mis amigos de esos sitios”.
…y
preguntas
“¿A qué se debe que solo en
la vejez, cuando estoy más cerca de la muerte, haya llegado a entender mucho
más sobre mí y mi pasado?...”.
Entre
la compasión (empatía) y el distanciamiento
Mientras destruye los informes
médicos de sus pacientes -que debía conservar siete años- coincidiendo con el
confinamiento, es consciente “de nuestra insoslayable vulnerabilidad y
mortalidad”. “A algunos había llegado a conocerlos bastante bien, pues los
tumores cerebrales que padecían crecían muy despacio y habían tardado muchos
años en matarlos”.
Una reflexión al hilo de es que “los pacientes pocas
veces se atreven a decirles a su médicos lo que piensan de ellos y de su
comportamiento; de ahí que los médicos
nunca aprendamos a hablarles correctamente”…
Otra, que si pudiera empezar
de nuevo, “sería un médico mucho mejor, lleno de compasión y comprensión,
cualidades de las que carecía cuando era joven”… “No me gustaría volver a ser
joven…Era impulsivo, poco diplomático y desconsiderado…”. “Me asombra lo poco que yo reflexionaba sobre
el efecto que mis palabras producían en mis pacientes…”.
A los jóvenes residentes,
les explica cómo deben transmitir una mala noticia: “Siempre tenéis que estar
sentados, y que no parezca que tenéis prisa. Y que sea fácil de entender…”.
Quizá, a veces, demasiada ciencia
Un poco farragoso para los lectores que no estamos tan puestos: yo me he saltado unos cuantos
párrafos…
Tenemos
el deber de ser optimistas
Esta es su conclusión final,
pese a todo: el cambio climático, la guerra de Ucrania, la Inteligencia
Artificial… El libro está destinado a sus nietas, Iris, Rosalind y Lizzie, a
quienes, durante la pandemia, construye una casa de muñecas, y destinatarias de
varios cuentos de hadas por FaceTime (una aplicación con vídeo) desde su
iPhone, y postales pintadas a modo de ilustraciones.
SABER
MÁS
“Una investigación llevada a
cabo por Roger Ulrich – fundador y decano de los estudios del impacto del
ambiente hospitalario en los pacientes- en Estados Unidos reveló que lo que
queremos ver cuando estamos enfermos e inquietos en un hospital son imágenes de
paisajes, idealmente con agua y senderos
que se alejan bajo el sol, o caras sonrientes”… (A él le encantan los de Charlie Waite).
Yo solo sé que acabé harta de mi “paisaje del Cañón del Colorado” frente
a la cama la única semana que he pasado en un hospital en mis 60 años de vida…
Sus
libros anteriores
En 2016, tras su jubilación,
Ante todo, no hagas daño.
En 2018, Confesiones.
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